En este artículo de Mujeres Liberadas te contaré la historia de Lola Mora y la polémica que se generó por su obra, la Fuente de las Nereidas, cuando fue inaugurada en Buenos Aires en 1903.
Lola Mora fue una escultora argentina consagrada que incursionó en círculos artísticos que estaban vedados para las mujeres. Tuvo una obra prolífica y su creación más conocida es la Fuente de las Nereidas, también conocida como Fuente de Lola Mora, que en su momento causó un escándalo por incluir figuras desnudas. El origen de la artista sigue siendo un debate entre salteños y tucumanos, aunque ella siempre se consideró tucumana. Fue amiga del presidente Julio Argentino Roca y cuando este falleció, Lola Mora cayó en la desgracia, muriendo en la pobreza, traicionada por su joven esposo y olvidada por la sociedad.
Descubre la historia de esta increíble y talentosa mujer que cambió el arte en Argentina y Latinoamérica para siempre.
La historia de Lola Mora
¿Salteña o Tucumana?
El nombre completo de Lola Mora era Dolores Candelaria Mora Vega de Hernández y si bien se considera que nació en la localidad de El Tala, en el Departamento de La Candelaria, Provincia de Salta, ella siempre se sintió tucumana, dado que creció en la Provincia de Tucumán. Si no conoces la geografía argentina, te cuento que ambas provincias, Salta y Tucumán, son limítrofes y que el pueblo de El Tala, se encuentra igualmente en la frontera.
El padre de Lola Mora, Romualdo Alejandro Roma era un comerciante y estanciero de origen catalán. Él vivía entre las mencionadas provincias y estando en El Tala conoció a Regina Vega Sardina, una joven salteña oriunda de ese pueblo, con quien se casó. Lola Mora tenía siete hermanos y ella fue la tercera en nacer, el 17 de noviembre de 1866.
La familia se instaló en San Miguel de Tucumán, la capital de la provincia, y es allí donde Lola empezó la escuela y donde creció. Por ese motivo es que siempre se sintió tucumana.
Lola tuvo una infancia y adolescencia normales hasta que cumplió los 18 años. Fue en ese momento cuando la tragedia llegó a su vida. Se quedó sin sus dos padres en cuestión de horas. Su madre falleció de neumonía y su padre, tuvo un infarto fatal dos días después.
Lola Mora y el arte
Lola comenzó a tomar clases con el pintor austríaco John MacTavish, que se había instalado en Tucumán. Era el año 1887 y esto le permitió a ella dar sus primeros pasos en el maravilloso mundo del arte. Con este artista aprendió sobre dibujo y pintura. Tuvo también su primer contacto con el neoclasicismo y el romanticismo italiano. Además, aprovechó para hacer retratos de figuras de la sociedad tucumana.
Lola alcanzó el éxito rápidamente, llegando a realizar retratos del gobernador de Salta y también de los gobernadores tucumanos. Esto hizo que ganara relevancia. ¿Cuál iba a ser su siguiente paso? Viajar a Buenos Aires para adquirir una beca. Los mejores artistas se formaban en Europa y allí es adonde Lola apuntaba.
En 1896, obtuvo esta beca y gracias a ella, pudo embarcarse a Europa, más precisamente a Roma, Italia, donde quería profundizar sus estudios sobre arte. Allí iba a descubrir una sorprendente nueva faceta propia.
Lola y la escultura
Estando en Italia, Lola Mora tuvo diferentes profesores. Primero, fue alumna del pintor Francesco Paolo Michetti, quien no daba clases, pero decidió hacer una excepción luego de comprobar el talento de la joven argentina. Luego conoció al reconocido escultor Giulio Monteverde, que era un maestro en el trabajo con mármol. Lola Mora ya había incursionado en la escultura, pero utilizando terracota o tierra cocida, una arcilla que permite ser modelada y luego se endurece en el horno.
A partir de su aprendizaje con Monteverde, Lola Mora abandonó la pintura y se dedicó de lleno a la escultura.
Estando en Europa, Lola Mora se convirtió en una artista consagrada. No llegó a cortar nunca el lazo con Argentina. Ella iba y venía constantemente presentando sus nuevas obras. Uno de sus autorretratos esculpido en mármol de Carrara fue exhibido en la Exposición Universal de París de 1900. Y no solo eso, además, ganó una medalla de oro.
Al regresar a la Argentina ya todos conocían su increíble trabajo y le fueron ofrecidos nuevos encargos. Entre ellos, una estatua de Juan Bautista Alberdi, estatuas y relieves para el Monumento del 20 de Febrero (que se encuentra en Salta y hace honor a la Batalla de Salta, comandada por Manuel Belgrano).
Entre tantos pedidos había uno de la municipalidad de Buenos Aires. El diseño de una fuente de mármol de ocho metros: La Fuente de las Nereidas.
La Fuente de las Nereidas
La Fuente de las Nereidas fue esculpida en mármol de Carrara, granito y piedra basal, en Roma, donde Lola Mora tenía montado su taller. En agosto de 1902 regresó al país con las estatuas de la fuente embaladas.
Si conoces sobre mitología griega, te cuento que las nereidas son las cincuenta hijas de Nereo y de Doris. Son las ninfas del mar Mediterráneo y, si bien viven en las profundidades del agua, suelen emerger para ayudar a los marineros. Las nereidas son mujeres hermosas que representan la belleza del mar. Sus cantos son armónicos y sus movimientos danzantes son una metáfora del sonido y el movimiento del mar. En el arte, tradicionalmente se representa a las nereidas como muchachas jóvenes, sumamente bellas y vestidas con apenas algunas sedas blancas semitransparentes o directamente desnudas.
En ese sentido, Lola Mora las esculpió de la forma tradicional, sin comprender el escándalo que podría llegar a generar.
Se fueron corriendo rumores sobre lo indecente de la obra y se generó mucha expectativa. El 21 de mayo de 1903 hubo una gran ceremonia en Buenos Aires a la que asistieron el intendente porteño Alberto Casares, los principales funcionarios del gobierno, distinguidos embajadores y grandes artistas, entre otras celebridades y personas importantes. A todos ellos, se le sumaban miles de curiosos que querían ver de qué se trataba la supuestamente libidinosa fuente. Solo faltó el presidente Roca, que a pesar de su ausencia, era un gran amigo de Lola Mora.
Finalmente, la fuente fue revelada. Tres tritones desnudos con sus caballos emergen del agua para enmarcar en el centro a dos nereidas desnudas que dan lugar a Venus (Afrodita, en la mitología griega), la diosa del amor, la belleza y la fertilidad. La fuente estaba erigida sobre una base de piedra irregular y alcanzaba más de 12 metros de altura, ocupando un diámetro de 11 metros.
Al descubrirse las piezas, finalmente se revelaron las nereidas y Venus desnudas. La sociedad porteña consideró indecentes e incluso libidinosas estas figuras. Por su parte, el sector anarquista consideró que la obra constituía una degradación de la sociedad.
El principal defecto que le señalaban los detractores de esta obra eran los cuerpos desnudos de las figuras femeninas, especialmente los pechos descubiertos. La idea original era que la fuente estuviera emplazada frente a la Catedral Metropolitana, en la Plaza de Mayo. Sin embargo, las figuras desnudas y según algunos, provocativas, no podían estar frente a una iglesia. La fuente fue finalmente inaugurada el 21 de mayo de 1903, pero se ubicó en el Parque Colón, el espacio verde que se ubica detrás de la Casa Rosada.
Más allá de las figuras que escandalizaron a la sociedad, había algo más: Lo que molestaba era el hecho de que las había esculpido una mujer. Una mujer que vestía con delantal, que se recogía el cabello con una cofía, que se ensuciaba las manos y usaba herramientas como martillos y cinceles. Una mujer a la que se veía dar órdenes y dirigir a sus asistentes hombres al momento de montar su obra. Desde ya, este no era el estereotipo de mujer de principios de siglo XX.
No pretendo descender al terreno de la polémica; tampoco intento entrar en discusión con ese enemigo invisible y poderoso que es la maledicencia. Pero lamento profundamente que el espíritu de cierta gente, la impureza y el sensualismo hayan primado sobre el placer estético de contemplar un desnudo humano, la más maravillosa arquitectura que haya podido crear Dios.
-Lola Mora
Más encargos para Lola Mora
Más allá de la polémica, Lola Mora siguió recibiendo encargos oficiales. Entre ellos, le pidieron un busto del presidente Julio Argentino Roca, una estatua del cofundador de la Unión Cívica Radical, Aristóbulo del Valle, estatuas para el Congreso Nacional, y algunos sobrerrelieves. Realizó todos estos trabajos en Roma y para 1904 ya los tenía listos.
Entre las principales obras de Lola Mora están el Monumento a Juan Bautista Alberdi, en la Plaza Alberdi, en San Miguel de Tucumán. También sus estatuas se encuentran en el Pasaje Juramento, un pasaje peatonal inaugurado en 1997 que conecta el Monumento Nacional a la Bandera con la calle Buenos Aires. Lola Mora había tenido el contrato para realizar este monumento, pero tras el escándalo con la Fuente de las Nereidas, se lo rescindieron. Muchos años después, algunas de sus esculturas encontraron su lugar en este lugar, tan cerca del monumento.
Varias de sus obras se encuentran en diferentes provincias de Argentina. El monumento a Nicolás Avellaneda está en la Plaza Alsina, en Avellaneda, Provincia de Buenos Aires. Hay también tres estatuas en el Palacio de Gobierno de San Salvador de Jujuy. En la ciudad de Salta, se encuentra la estatua del Dr. Facundo Zuviría. En la ciudad de Corrientes, se encuentra la estatua del General Carlos María de Alvear.
La vida privada de Lola Mora
Lola Mora se casó en 1909 cuando tenía 43 años. Su esposo fue Luis Hernández Otero, que tenía 27 años y era hijo de un exgobernador de Entre Ríos. En algunas fuentes, las edades son otras, pero la diferencia de edad se mantiene.
Debido a la diferencia de edad de la pareja, la familia del novio desaprobó la boda. Hay que comprender que en esos tiempos era raro que una mujer se casara a esa edad y menos, con un joven alrededor de 16 años más joven. En las actas de la ceremonia religiosa y del trámite civil, anotaron a Lola Mora con 33 años.
Lamentablemente, el matrimonio de Lola Mora fue un fracaso y cinco años después de la boda descubrió que su marido le era infiel. Finalmente, en 1917 su marido la abandonó.
Tiempo de sombras
Mora siguió trabajando ayudada por sus contactos, especialmente por su amistad con el presidente Julio Argentino Roca, pero al morir este, su influencia se debilitó. Su vínculo con Roca, hizo que referentes de la oposición, principalmente del radicalismo y el socialismo, descalificaran su obra y pidieran desmontar varias de sus esculturas.
A partir de 1910, Lola Mora se quedó sin encargos y esto la llevó a endeudarse. No le quedó más remedio que hipotecar su taller en Roma. En 1915, Lola Mora se despidió de Italia y retornó a Argentina de manera definitiva.
Como mencioné antes, su último contrato activo, la intervención del Monumento a la Bandera en Rosario, fue dado de baja por el presidente Marcelo T. de Alvear en 1925.
Nuevos rumbos, pobreza y enfermedad
En 1920, Lola Mora abandonó la escultura. Comenzó a interesarse por las nuevas tecnologías, como es el caso de la cinematografía y, posteriormente, la geología. En sus infructuosos intentos por desarrollar negocios en estas dos industrias, perdió todos sus ahorros.
Para la década del 30′, Lola Mora era una artista empobrecida y con una salud frágil. Se había convertido prácticamente en una indigente.
Vivía con sus sobrinas en Buenos Aires, quienes la asistían. Apenas podía caminar y por momentos parecía tener problemas neurológicos.
En 1933 sufrió un ataque cerebral que la dejó postrada durante casi tres años. Falleció el 7 de junio de 1936 en Buenos Aires. Sus restos fueron enterrados en el Cementerio de la Chacarita. Recién en 1977 fueron trasladados a Tucumán. Hoy, descansan en el Cementerio del Oeste en el Jardín de la República.
Tras su muerte, su familia se encargó de quemar toda su correspondencia, lo que hace que, lamentablemente, no tengamos más información sobre la vida personal de esta gran artista.
El legado de Lola Mora
El día de su natalicio, el 17 de noviembre, es considerado en Argentina como el Día Nacional del Escultor y las Artes Plásticas. También, se crearon los Premios Lola Mora en su honor, de la Dirección General de la Mujer de la Ciudad de Buenos Aires para distinguir a proyectos y personas que promuevan la imagen positiva de la mujer y que rompa con los estereotipos de género.
En 1918, la municipalidad de Buenos Aires decidió desmantelar la Fuente de las Nereidas y reubicarla en la Costanera Sur, lugar en la que se encuentra hasta nuestros días. Si vives en Buenos Aires o estás de visita, te recomiendo mucho que pases un momento por allí para ver esta bellísima obra de arte.
Lola Mora es una de las principales referentes de la escultura argentina. Una artista innovadora, que rompió con los estereotipos y que con talento y pasión marcó un antes y un después en el arte argentino.
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