En este artículo vamos a hablar sobre descubrir tu vocación y qué señales pueden indicar que eso que haces o que te gusta hacer es tu verdadera vocación. Vale aclarar que no tienen por qué darse todas juntas. Pero seguramente cuántas más señales tengas, más probable es que esa sea tu vocación.
Las principales señales de haber encontrado tu vocación son identificarte con la carrera y alcanzar una concentración absoluta cuando realizas una actividad relacionada. El punto máximo es alcanzar la mente como el agua, un concepto popularizado por David Allen. Pero además, aquello que es tu vocación te resulta fácil de aprender y te despierta curiosidad. También, te cuesta diferenciar cuánto es trabajo y cuánto ocio. Por último, tener éxito en lo que haces, puede ser también una consecuencia de haber encontrado tu vocación.
Sigue leyendo y te cuento con mejor detalle cada uno de estos aspectos.
Vocación es la pasión por lo que haces
¿Has visto alguna vez a una persona hacer algo que hace muy bien y que le apasiona mucho? ¿Prestate atención a cómo su presencia encaja perfectamente en el rol que juega? Puede ser una escritora, un futbolista, una médica pediatra, un bombero o un funcionario público. Puede ser cualquier profesión o puede ser simplemente un hobby, algo que una persona hace, lo hace bien y que se nota que está complacida haciéndolo.
El reconocido educador británico Ken Robinson lo llama El Elemento. Esa acción, ese rol que una persona ocupa y que lo hace sentir que está en sintonía con el universo. Podemos llamarlo simplemente vocación, pero el concepto es el mismo.
Cuando haces algo que te gusta, lo sientes. Es una sensación hermosa en la cual tu nivel de concentración en lo que estás realizando es tan alto que se te pasa el tiempo. Te olvidas de todos tus problemas. Sin embargo, lamentablemente, no todas las personas experimentan esto durante sus vidas.
Señales de encontrar tu vocación
1. Identificación con una carrera, una disciplina o un rol
Todos cumplimos distintos roles en la sociedad y depende el contexto asumimos más un rol que otro. Pero siempre hay uno que sobresale, que nos identifica. Quizás también es el rol por el que todo el mundo nos conoce o con quien todos nos asocian.
Por ejemplo, cuando me tengo que presentar socialmente generalmente digo mi nombre y luego, aunque depende del contexto, agrego «Soy programador». Podría decir mil cosas de mí. Que soy Técnico en Electrónica, por ejemplo. Lo soy, pero no me identifico con eso. Estudié ingeniería unos cuantos años y nunca me identifiqué ni como ingeniero ni como analista de sistemas. En mis venas corre sangre de programador. Eso soy. Así lo siento.
Identificarse con una profesión es la señal más fuerte.
Al mismo tiempo, puedo ser otras cosas más: hombre, hijo, hermano, tío, novio, esposo, cliente, empleado, etc. Pero el primer rol que asocio a mí es el de programador. Porque me defino como tal.
Cuando te identificas con un rol, que puede ser una profesión, un oficio u otra cosa (no te limites a pensar en carreras y oficios), entonces es muy probable que eso sea tu verdadera vocación.
2. Sensación de atemporalidad cuando realizas una actividad
Seguramente te pasó alguna vez lo que voy a describir. Estás concentrado o concentrada trabajando en algo en particular o investigando o estudiando algo concreto, de un tema que te gusta mucho. De golpe, miras la hora y descubres que pasaron horas. Sin embargo, tú sentiste que fueron minutos o como mucho una hora.
Albert Einstein demostró en su teoría más famosa que el tiempo es relativo. Si bien no se refería a lo que experimentamos los seres humanos cuando hacemos algo que disfrutamos mucho, en el fondo, el concepto es el mismo. Cuando la pasamos bien y nos divertimos el tiempo parece ir más rápido. Por el contrario, cuando nos aburrimos o experimentamos algún sufrimiento o dolor, parece que el tiempo tiende a detenerse y a avanzar muy lentamente.
Si trabajas con gran concentración y el tiempo se te pasa volando, entonces probablemente tu pasión esté en esas actividades.
De la forma en que lo ve nuestra sociedad, divertirse está más relacionado al esparcimiento, a jugar videojuegos, salir con amigos, ir al cine, bailar y todo eso. Todas esas son actividades que cuando las hacemos se nos pasan volando.
¿Pero qué pasaría si encontramos una actividad que sea productiva tanto para nosotros como para alguien más donde el tiempo también se nos pase volando? Pues, en ese caso, estaremos encontrando seguramente nuestra vocación.
3. Experimentación de la Mente como el agua
En el libro GTD: Gettings Things Done, el autor David Allen habla continuamente de un concepto al que llama «Mente como el agua». Se trata de los momentos de concentración máxima que logras cuando trabajas, estudias o realizas algún tipo de actividad. Está asociado en parte con lo que acabo de mencionar sobre el tiempo. Pero está vinculado puntualmente con el nivel de concentración y con el rendimiento.
En GTD, Allen explica una metodología de organización cuyo objetivo es quitar todas las tareas de pendientes de la mente. El objetivo es que puedas enfocarte únicamente en lo que hay que hacer. Olvidarte del qué y el cuándo, para poder poner todo el poder cognitivo del cerebro en la tarea puntual que estás realizando en ese momento. Eso es la mente como el agua.
La mente como el agua es el estado máximo de concentración.
Este concepto también entra en juego con la vocación. Es mucho más fácil concentrarte en tareas que te resulten apasionantes, que en otras que no. Incluso cuando puede haber algo de interés.
Si es fácil concentrarte en algo y si, sobre todo, es muy difícil sacarte de ese estado de concentración, entonces la vocación está ahí.
4. Fácil aprendizaje
Se da muy seguido que cuando algo realmente te gusta y te apasiona es muy fácil aprenderlo. No es una regla general ni significa que vas a poder hacer una carrera vinculada sin mayores esfuerzos. Para nada. Pero sí marca una tendencia que es fácil de percibir no siempre por uno mismo, pero sí por otras personas.
Si nunca experimentaste facilidad estudiando algo, es muy probable que hayas sido testigo de algún compañero «suertudo». Alguien que no tenía que esforzarse mucho para asimilar algunos temas especiales o una materia en concreto.
Tener facilidad en un área de especialización puede ser un buen síntoma de haber encontrado tu vocación.
En mi caso particular, como programador, no he tenido nunca un gran rendimiento en matemáticas. Pero sí me doy cuenta de que mi cerebro piensa muy rápido cuando se trata de algoritmos. En parte se debe a que estudié programación desde que era adolescente (no me quiero imaginar lo que hubiera podido lograr si hubiera comenzado desde niño) y en parte, quizás, a una predisposición natural.
Si, en comparación con otras personas, notas que logras sacar ventaja al estudiar y aprender un tema, y si eso te apasiona, entonces es muy probable que la vocación se esté manifestando allí. No olvides lo que mencioné al principio: tener facilidad no implica no esforzarse. Al contrario, es una responsabilidad mayor.
5. Investigación y capacitación autónoma
La particularidad de tener una vocación clara es que cualquier curso o carrera que exista vinculada no te va a alcanzar. Podrás hacer una carrera, un posgrado, una maestría, lo que sea. Pero nunca va a colmar tus expectativas. La curiosidad siempre va a ser mayor y vas a querer saber más al respecto.
No sólo investigarás la historia de eso que te apasiona hacer. Además te obsesionarás con grandes referentes. Vas a querer saber absolutamente todo sobre ellos. Pasarás de leer artículos sobre su vida en internet, a adquirir inmensos libros biográficos.
Los apasionados por una disciplina no se quedan con lo que les dan en sus carreras, van por más e investigan por su cuenta.
La historia tampoco bastará y vas a querer estar actualizado con lo que pasa actualmente. Algunos ejemplos son: acudir a conferencias, volver a tomar clases en la universidad después de haber concluido la carrera. Suscribirte a publicaciones impresas o digitales, sumarse a canales de difusión, etc. Seguir a cuentas de LinkedIn, Facebook, X, Instagram, Pinterest. También, participar activamente en foros donde se hable y se debata los temas vinculados a tu verdadera pasión.
La curiosidad y la pasión se potencian cuando se encuentran. El único riesgo aquí es ver cuánto tiempo dedicarle. Lo que nos lleva al siguiente punto.
6. Dificultad para diferenciar entre el tiempo de trabajo y el tiempo libre
Cuando algo te gusta lo haces y no piensas si estás trabajando, estudiando o divirtiéndote. ¡Porque es divertido en sí mismo!
Esto conlleva un problema en realidad. Si te gusta lo que haces todos los días como trabajo (o estudiando) entonces cómo diferenciar el tiempo libre del tiempo de trabajo. ¿En qué momento interrumpes lo que estás haciendo para dejar de trabajar o estudiar y hacer algo que te distienda?
Considero que a veces se necesita el consejo de alguien externo. Quizás un amigo, un familiar o un mentor pueden darse cuenta si no estás demasiado metido en tu pasión.
No poder distinguir entre trabajo y diversión es un excelente indicador de estar cerca de la vocación.
En principio, estar sumergido en lo que te apasiona es genial, pero en algunos casos extremos esto puede hacer que la persona se pierda trabajando y se convierta en un verdadero trabajólico o workaholic como los llaman en inglés. Personas que viven trabajando todo el tiempo. Que no paran ni un minuto. Que no descansan los fines de semana y que no se toman vacaciones.
7. Domingos a la tarde de relax
En una de sus conferencias TED, Ken Robinson, a quien mencioné al principio dice que hay dos clases de personas:
«Están las personas que durante la semana trabajan aunque no les gusten sus empleos. Personas que padecen y soportan la semana y que esperan a que llegue el fin de semana para hacer lo que les gusta. Pero también hay otro tipo de personas: las que todos los días hacen lo que les gusta y los fines de semana también disfrutan.»
-Ken Robinson
A lo largo de mi vida me he encontrado con ambos tipos de personas y yo me identifico claramente con el segundo tipo. He tenido la suerte de encontrar mi verdadera vocación y cada día de mi trabajo lo disfruto mucho.
A todos nos encantan los fines de semana. Es el momento en que podemos hacer lo que nos gusta. Pero hay algo bastante conocido y es que los domingos alrededor de las 19:00 hs. a muchos que no les gusta sus trabajos se empiezan a deprimir. El finde terminó y mañana es… ¡Lunes!.
Te puedo asegurar que si te gusta tu trabajo, si tienes verdadera vocación, entonces casi nunca vas a experimentar esta sensación horrible.
Al contrario, vas a estar relajado o en todo caso, ansioso por retomar los proyectos que dejaste pendiente el viernes anterior. No es una regla general, pero si realmente te gusta lo que haces no vas a sentir esa sensación desesperante de querer enterrarte.
8. Éxito profesional
Si te gusta tu trabajo y eres bueno en ello, entonces es muy probable que tengas éxito profesional. No quiere decir que siempre te va a ir bien en todos los proyectos profesionales que emprendas. Pero seguramente habrá una constante positiva en tu vida laboral.
Identificar el éxito puede llegar a ser difícil en algunas disciplinas. Varía según las personas.
En algunas disciplinas puede no ser fácil identificar el éxito profesional. Muchos lo asocian únicamente con el dinero y el reconocimiento social, pero eso depende mucho del concepto de éxito que tengas. Para unos, ayudar a los demás es mucho más importante que la riqueza y que la fama. Se sentirán exitosos profesionalmente trabajando en un comedor para niños, en una escuela rural, o en un hospital de un pueblo pequeño.
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